Quien huye de la Cruz, escapa de la Resurrección
“Quien huye de la Cruz, escapa de la Resurrección.”
Se acerca la Semana Santa y muchos grupos cristianos dedican estos días a reflexionar sobre diversos aspectos de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Una amiga mía ha estado enviándome una serie de pensamientos en los que reflexionar para prepararnos para estas fechas.
Entre las frases que ha compartido conmigo estaba esta: “ Quien huye de la cruz, escapa de la resurrección” . La aplicación que se daba ese día era bastante humanista, pero la frase en sí me tocó profundamente. En nuestra cultura eso de llevar la cruz se interpreta siempre como algo difícil que te toca aguantar. “Vaya cruz que me ha caído”, se oye con frecuencia. Pero en la Biblia la cruz es un instrumento de muerte.
Jesús dijo a sus discípulos que si alguno quería seguirle debía: “t omar cada día su cruz”. Les estaba diciendo que si querrían ser sus discípulos probablemente estarían dispuestos a morir. No se refería a morir físicamente, aunque es cierto que muchos fueron mártires por su fe, se refería más bien a dejar a un lado su voluntad para hacer la voluntad de Dios, a dejar de querer reinar sobre su vida para permitir que reinara Dios.
Esto está totalmente en contra de los valores de esta cultura en la que vivimos. Luchar por nuestros derechos, que mi opinión prevalezca, quedar siempre por encima, … es lo que marca el valor y la fortaleza de una persona. Pero en el reino de Dios es todo lo contrario: “ El que quiera ganar su vida la perderá y el que pierda su vida por causa de mí la hallará ”, dijo Jesús. “ El que quiera ser el mayor, que sea el servidor de todos”.
Huimos de la Cruz, no queremos morir a nuestros deseos, a nuestros derechos, a nuestras opiniones, a nuestra voluntad y por eso seguimos viviendo vidas miserables.
Pero hay otra forma en la que huimos de la cruz. No queremos reconocer que nuestro corazón es engañoso, egoísta, traicionero, arrogante, envidioso, desleal, … en definitiva no queremos reconocer que somos personas imperfectas, pecadoras, que necesitan desesperadamente un Salvador. Huimos de la cruz porque no queremos aceptar que para poder acercarnos a Dios, alguien tuvo que venir a rescatarnos; que para poder ser perdonados, alguien tuvo que pagar. No queremos aceptar que por nuestras obras nunca podremos alcanzar la salvación. Y al huir de la cruz nos perdemos la gloria de la resurrección: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es…”. Hemos sido perdonados, aceptados, adoptados, justificados… porque Jesús fue a la cruz por nosotros para darnos la posibilidad de una vida nueva.
No huyas de la Cruz, abrázala. Reconoce tu necesidad y podrás volver a nacer. Ese Jesús que verás en las procesiones, está vivo, resucitó al tercer día para nunca más morir y sigue ofreciendo perdón y vida eterna a todo el que cree en El. Cristo resucitó, nosotros resucitaremos también, pero no hay resurrección sin muerte. No puedes esperar que Dios te dé vida sin pasar por la cruz. No hay otro camino, no hay otra verdad, solo en Jesús hay Vida.