“Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos”
Los niños eran muy importantes para Jesús. Muchos se acercaban a escucharle mientras hablaba. No es raro ver representaciones de Jesús rodeado de niños o teniéndolos en sus brazos porque la Biblia hace mención, en muchas ocasiones, de la relación que Jesús tenía con los niños.
Durante su ministerio habló con ellos; los usó como ilustraciones de sus enseñanzas; comparó a sus seguidores con niños y no dudó en expresar la gravedad de hacer cualquier tipo de daño a esos pequeños.
El que quiera seguir a Jesús debe ser como un niño. Los niños son humildes, no se avergüenzan de mostrar la necesidad y dependencia que tienen de sus padres. Los niños nos dan ejemplo de fe inquebrantable y son entusiastas con las cosas que aman.
Como esos niños, Dios busca personas que reconozcan que le necesitan, que creen sus palabras y que quieren vivir cerca de Él.
Durante muchos años, La hora feliz, ha intentado llevar a niños y padres el mensaje de Jesucristo, no como una forma de proselitismo, sino como una herramienta de libertad. Jesús no se puede imponer. Él nunca impuso sus enseñanzas a nadie, más bien dio la oportunidad de elegir si querían seguirle o no, porque seguirle implica estar dispuestos a pagar un precio.
Mis padres eran cristianos. Aunque nos enseñaron fielmente lo que ellos creían, nunca impusieron sus enseñanzas sobre nosotros. Nos enseñaron para darnos la oportunidad de escoger a Dios. De la misma manera, La hora feliz desea que los niños de nuestra época, en la que cada vez se habla menos de Dios, tengan la oportunidad de escoger qué quieren creer. ¿Cómo creerán si no hay quien les predique? ¿Cómo van a poder tener libertad de elegir lo que quieren creer si no tienen opciones? Estamos convencidos de que es un acto de libertad hablar a los niños de Dios para que puedan tener la oportunidad de decidir un día si van a creer en Él o no.
Durante los días 17 al 21 de julio, estaremos en la Plaza de José Lidón compartiendo con niños, padres y abuelos, las buenas noticias del evangelio de Jesucristo. Esta generación tiene derecho a escuchar lo que Dios dice porque solo así tendrán la libertad de elegir qué van a creer.
Jesús no obligó ni presionó a nadie a seguirle. Vino para servir, no para ser servido y para dar su vida en rescate por muchos. Siguiendo su ejemplo, nosotros también queremos servir a nuestra ciudad trayendo a nuestros conciudadanos buenas noticias en un mundo en el que pocas veces se nos anuncia algo bueno. Dios nos ama y lo demostró en Jesucristo. Ese es el mensaje que queremos compartir esta semana.